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Sólo los cobardes son valientes con las mujeres

Voy a empezar este relato diciendo “No hace falta ser anti-hombre para ser pro-mujer”, eso de antemano. Me gustan, no las mujeres o los hombres, me gustan las personas, las buenas personas, y de todo hay en todas partes.

Tengo una maravillosa hija de casi 17  años ya, y sufro por ella y por sus amigas, y por mí, y por todas las mujeres que cuando andan solas por la calle y escuchan unas pisadas miran recelosas hacia atrás y sólo respiran aliviadas si la persona que está detrás de ellas es una mujer. Esto mismo hicieron en un programa de televisión y la palabra que todas las mujeres repitieron al plantearle esta situación precisamente fue:  «si veo que detrás de mi viene una mujer, siento ALIVIO«.

¿Por qué tenemos que vivir con miedo? ¿Por qué tengo que estar pidiendo a quien sea que proteja a mi hija cuando vuelva del instituto sola?  ¿por qué tengo que estar pensando que el futuro de mi hija puede estar en manos de un loco perturbado que no ve más allá de sus hormonas monstruosas? Que lo son porque no sabe controlarlas y no sabe canalizarlas en forma de sentimientos normales y racionales o en amor y no en horror, destrucción, agonía y dolor.

Hace poco fue la muerte de Gabriel, un niño de 8 años,  pero da igual que sean 8, 16, 25, 40  ó los que sean. Esta vez, además, yo pensaba: «¿quién de nosotros no le hemos dicho alguna vez a nuestros hijos que no se vayan con personas extrañas?, que no hablen con ellos, que no les cojan nada de lo que les ofrecen, etc…» Pero después de este ejemplo, ¿qué les decimos a nuestros hijos? ¿Qué no se fíen de nadie? ¿Ni de las parejas de sus padres, de la vecina de toda la vida, de su primo, de su tío?

Quiero poder educar a mi hija en la confianza hacia las personas, pero… ¿cómo hacerlo si cada día tenemos claras muestras de que nadie es de fiar?

Tal vez debamos enseñar a nuestros hijos desde la infancia el respeto por los demás, la tolerancia,  la condescendencia,  la comprensión y, sobre todo y muy importante: LA EMPATÍA. Si nuestros hijos aprenden todos esos pilares fundamentales de la educación y de la convivencia tal vez las próximas generaciones puedan ser más de fiar, tendremos que tener un poco de fe en que esto pueda ocurrir así, pero mientras, las mujeres seguimos teniendo miedo por nuestros hijos y por nosotras mismas.

Quiero aprovechar este blog para enseñaros a unos chavales que salieron el otro día en un programa de la tele, muy jóvenes, y eso me gustó y me sorprendió. Cantaban una canción sobre el maltrato, y aunque ellos personalizan esta canción en el maltrato a una mujer, quiero dejar abierta la posibilidad de pensar que maltratos hay muchos, en diversos frentes, de hombres a mujeres es el más común pero también hay hombres que son cruelmente maltratados por sus parejas (sea su pareja hombre o mujer), o el maltrato a los niños, que desconocemos y se silencia porque detrás de las paredes de las casas ajenas, no sabemos qué ocurre.

También os quiero dejar aquí una reflexión sobre uno de los maltratos más horribles, que menos se puede demostrar y que ni siquiera se puede denunciar porque no deja rastro ni pruebas. Me refiero al maltrato psicológico. Ese maltrato que te hace sentir pequeña, que te hace sentir fea, que te arruina la vida por dentro y que te va marchitando por fuera, ese que te hace sentir que te dolería menos una bofetada que puedes denunciar que mil palabras que te ofenden, te agravian, te insultan, lastiman, humillan, burlan, desprecian y sobre todo te agreden con miles de gritos ensordecedores dentro de tu casa y con un silencio despreciable, cínico, vergonzoso e incluso irónico de puertas para fuera.

No estáis solas ni solos, tenéis un amig@, familiar, vecino, alguien en quien os podéis apoyar, alguien que os puede escuchar y si no, recordad, el teléfono 016 os puede dar la libertar que necesitáis. Podéis abrir una puerta que os va a enseñar otra vida. No va a ser fácil, que nadie os diga eso, porque no lo va a ser, pero lo puedes conseguir y entonces volverás a sonreír. Volverás a recordar lo que es SER FELIZ.

Os dejo con la canción a la que os hacía mención antes, es un rap, pero aunque no sea vuestro estilo darle una oportunidad y escucharla porque habla de una historia que puede ser la historia de cualquiera de nosotras, porque en lo que hoy puede ser idílico, mañana podemos encontrar un verdadero infierno.

Y ojalá cualquier mujer, incluida mi hija, cuando va hacia casa PUEDA SER LIBRE, Y NO TENGA QUE SER VALIENTE.

AUTOR

Beatriz Castañares

Fecha de publicación

27 abril, 2018

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