El ligamento cruzado anterior se sitúa en la articulación de la rodilla, uniendo entre sí el fémur y la tibia, controlando el movimiento anterior y de rotación de esta última. Junto a él se encuentran otros como el ligamento cruzado posterior y los ligamentos colaterales.
La rotura de este ligamento se suele producir tras un movimiento de desaceleración, un salto, un cambio de dirección, que implique un giro y un desplazamiento anterior brusco de la tibia con el pie fijado, que supera los límites de elasticidad y resistencia del mismo.
El diagnóstico se realiza mediante técnicas de valoración funcionales y por pruebas de imagen.
En el caso de una rotura total del ligamento, en la mayoría de los casos, la cirugía es el tratamiento de elección. Existen distintos tipos de cirugías, las más comunes son:
- HTH (hueso-tendón-hueso): se utiliza el tendón rotuliano junto con un fragmento de hueso de la rótula y la tibia, del propio paciente (auto-injerto) o de cadáver (alo-injerto).
- T2 y T4: se emplean los tendones de los músculos semitendinoso y recto interno del propio paciente.
- Alo-injertos: se reconstruye el ligamento con uno proveniente de un cadáver.
El traumatólogo elegirá la técnica más adecuada según las características y la actividad deportiva del paciente.
En cuanto al tratamiento fisioterapéutico, se ha demostrado que la fisioterapia preoperatoria es muy importante, ya que reduce las complicaciones tras la cirugía.
Por tanto, los objetivos de la misma, son: mejorar o restaurar el rango de movimiento de la rodilla, controlar el dolor y la inflamación, mejorar la fuerza de la musculatura adyacente, la propiocepción y normalizar la marcha; para conseguir unas condiciones óptimas previas a la cirugía.
Para ello se emplean distintas técnicas como: crioterapia, electroestimulación eléctrica, drenaje linfático manual (DLM), cinesiterapia, ejercicios de fortalecimiento y propiocepción, etc. También se prepara al paciente para la cirugía, repasando el procedimiento quirúrgico, enseñando la marcha con muletas, etc.
El tratamiento postoperatorio se divide en varias fases:
- Fase temprana inmediata (0-2 semanas): en esta fase el objetivo principal es controlar el dolor y la inflamación (crioterapia, DLM), y comenzar con ejercicios de movilidad de la rodilla, sobretodo de flexión y extensión, y de la rótula, ejercicios suaves de fortalecimiento de la musculatura agonista y antagonista de la rodilla y de las articulaciones adyacentes.
- Fase temprana subaguda (2-5 semanas): los objetivos son similares a la fase anterior, pero insistiendo en la recuperación de la extensión completa de rodilla con el objetivo de realizar una marcha progresiva y correcta. También se debe evitar la aparición de artrofibrosis o rigidez de la rodilla, siendo esta una causa muy frecuente de pérdida de movilidad tras la cirugía.
- Fase intermedia (6-12 semanas): progresión de ejercicios de propiocepción y fortalecimiento.
- Fase tardía: potenciación muscular intensa, ejercicios propioceptivos de mayor dificultad, gestos deportivos, pliometría, etc.
- Vuelta a la actividad deportiva.
Aún así, los tiempos se ajustarán según el tipo de cirugía, la progresión y la actividad física que realice el paciente.
En Centro Téxum se realiza una valoración individual del caso y se plantea un tratamiento de acuerdo a las características del paciente, para que la vuelta a sus actividades de la vida diaria se realice de forma satisfactoria.
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Bibliografía
- Leon Siegel BA, Carol Vandenakker MD, David Siegel MD. Anterior Cruciate Ligament injuries: Anatomy, Physiology, Biomechanics, and Management. General Review. Sport Med. 2012; 22(4): 249-245.
- Prato LF. Manejo integral en la rehabilitación del paciente con reconstrucción del ligamento cruzado anterior. En: II Jornadas de Fisioterapia TIC y 2.0. Cataluña; Colegio de Fisioterapeutas de Cataluña, Cataluña; 2013.