Lumbalgia, lumbago, dolor «en la zona de los riñones»…
¿A quién no le ha dolido alguna vez la región baja de la espalda? Se calcula que en torno a un 36% de la población sufre episodios de dolor lumbar cada año (1). Esta dolencia es, según la Organización Mundial de la Salud (2010), la mayor causa de discapacidad en el mundo. Es decir, es el trastorno musculoesquelético que más dificultades causa a las personas para poder desempeñar su actividad cotidiana de forma normal. Además, representa la sexta causa que provoca mayor gasto sanitario a nivel mundial. Es, por tanto, un problema que incide profundamente en la sociedad a múltiples niveles y debe ser gestionado de forma adecuada.
Al ser un trastorno tan prevalente, existe una gran cantidad de información al respecto. Pero no toda la información posee la misma calidad y veracidad, y esto da lugar a ciertas creencias e ideas erróneas acerca del mismo. El objetivo de estos párrafos es desmentir algunas de esas creencias y difundir información veraz basada en la evidencia científica, de forma que las expectativas y la percepción acerca de esta entidad clínica sean más realistas.
Llevo tres semanas con dolor y no se me pasa, estoy desesperado, ¿me voy a quedar así para siempre?
Puede parecer que no, pero esta situación es relativamente frecuente en consulta. Es perfectamente comprensible que ante una tesitura así se tienda a generar expectativas negativas, pero para hacerles frente solo hay que fijarse en la literatura científica. Y es que el 80-90% de los episodios de dolor lumbar terminan resolviendo en entre 6 y 12 semanas (1). Visto de otro modo, solamente un 10-20% de los casos se hacen crónicos (2).
Y ya que estamos, con respecto al término “crónico” también existe un halo de incertidumbre a su alrededor entre la población que es importante aclarar: un dolor crónico no significa en absoluto que se vaya a mantener de por vida, sino que simplemente está teniendo una duración y evolución más prolongadas de lo habitual. Es decir, que ya no se trata de un proceso agudo.
Me han hecho una resonancia magnética y tengo de todo… ¿Me tengo que preocupar?
Artrosis, alteraciones de la curvatura, calcificaciones, protrusiones y, por supuesto, las temidas hernias… Son términos que suelen aparecer en los informes radiológicos tras haberse realizado una prueba de imagen. Pero ¿qué relevancia tienen realmente?
Las pruebas de imagen (radiografías, resonancias, TAC, ecografías) constituyen una herramienta sumamente útil para los profesionales sanitarios ya que permiten ver donde nuestros ojos no llegan y así complementar un diagnóstico. Y ahí reside su utilidad, en COMPLEMENTAR al resto de pruebas e historia clínica de una persona para afinar en el diagnóstico. No podemos basarnos únicamente en hallazgos radiológicos para establecer el origen de una dolencia ya que, con gran frecuencia, no existe una auténtica correlación entre ambos.
Esto es algo que se puede apreciar claramente en el gráfico que acompaña estas líneas, en el que se sintetizan los resultados de un importante estudio (3) realizado sobre este tema.
Este gráfico recoge los hallazgos obtenidos tras la realización de pruebas de imagen en personas que no padecían ningún dolor ni síntoma. Como se puede apreciar, no solo es posible, sino que es de lo más habitual encontrar signos de degeneración o algún tipo de alteración. Es así hasta tal punto que, por ejemplo, más del 25% de las personas de entre 20 y 30 años (recordemos, sin síntomas) tienen signos de degeneración articular o alteraciones discales. Y esto aumenta proporcionalmente a la edad.
Ya, pero todos sabemos las hernias son terribles…
Si y no. Como hemos visto, puede existir una hernia (o varias, lo cual es frecuente) sin que ésta provoque síntoma alguno. Pero efectivamente, cuando una hernia llega a afectar al nervio los síntomas son realmente desagradables.
Esto no significa que se deban catastrofizar dichas situaciones. Volviendo a echar una mirada a la evidencia científica, encontramos que el 30% de las hernias sufren un fenómeno llamado reabsorción espontánea (4). Es decir, desaparecen por sí mismas. Lo más curioso es que, cuanto más severa e incapacitante es una hernia, más probabilidad de reabsorción tiene: hasta el 77% de las hernias extruidas (las más severas) sufren este fenómeno (5).
Y el resto de las hernias que no son reabsorbidas, pese a que persistan, no cambian de tamaño con el tiempo (cuando la creencia habitual es que tienden a empeorar). Con lo cual, si tienes una hernia ¡calma!
Vale, ¿y qué se puede hacer para aliviar mi dolor?
Dependerá del caso, pero más del 90% de las veces (6), cuando se ha descartado patología grave, se trata de dolor lumbar categorizado como inespecífico (que no se atribuye a una estructura concreta). En estos casos, conviene ponerse en manos de un profesional cualificado como es el fisioterapeuta, y dentro de la fisioterapia el tratamiento que mayor efectividad ha demostrado tener es el ejercicio terapéutico (7) en conjunción con otras herramientas como la terapia manual.
En Téxum fisioterapia contamos con profesionales especializados y formados en el ámbito del ejercicio terapéutico, que desarrollan una valoración y un tratamiento adecuado a tu patología. Ante cualquier duda, contacta con nosotros.
La importancia del ejercicio para el tratamiento del dolor lumbar
El dolor lumbar (DL) es un problema frecuente en la actualidad que afecta a la mayoría de las personas en algún momento de su vida. Es el más común entre los dolores de espalda. Aparece en rangos de edades muy variados, actualmente la prevalencia de aparición en edades tempranas es cada vez mayor, además, afecta a ambos géneros por igual (8). Encontramos diferentes tipos de dolor; Atendiendo al tiempo de duración diferenciamos entre dolor agudo y dolor crónico (DLC), siendo este último el más frecuente y por tanto el más susceptible de investigación. Decimos que un dolor es crónico cando los síntomas se mantienen en el tiempo mas de 12 semanas. Por otro lado, el dolor lumbar específico es aquel que se conoce la causa fisiológica que provoca dicha lesión, por el contrario, el dolor lumbar es inespecífico (DLI) cuando no existe causa fisiológica aparente.
Existen diferentes factores de riesgo tales como la inactividad física, el sedentarismo o la incorrecta postura, así como los factores psicosociales (9), en especial la ansiedad, depresión o el estrés. También es necesario destacar la poca autopercepción de la salud en la población actual.
Otros factores importantes son la falta de flexibilidad de cuádriceps e isquiotibiales, así como de la propia zona lumbar junto con la debilidad abdominal. El DL afecta a la capacidad funcional del individuo, entorpeciendo así la realización de las actividades de la vida diaria. Como consecuencia produce una disminución de la calidad de vida del individuo (9).
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El control de la postura juega un papel importante en el desarrollo del DL, mantener una postura inadecuada durante un tiempo prolongado hace que los síntomas se cronifiquen. Podemos definir el control postural(10) como una acción coordinada de los músculos para tener una buena relación entre el cuerpo y nuestra base de apoyo cuando realizamos cualquier actividad. Por ello, se ha visto que la fisioterapia basada en ejercicios, destinada a mantener un buen control postural, es importante en la reducción de los síntomas y en el desarrollo de la cronificación. Dichos ejercicios deben realizarse con un buen control motor de los músculos profundos aislando los músculos superficiales, tanto de la zona abdominal como de la zona lumbar(11).
Tal y como se ha mencionado anteriormente, la debilidad del abdomen puede ser una de las causas del DLI debido a su importante acción estabilizadora de la zona lumbar. Muchos pacientes con DL presentan una fuerza abdominal disminuida. Por ello, el fortalecimiento de dichos músculos es un tratamiento altamente utilizado para la reducción de los síntomas. Ejercicios tales como la sentadilla o la elevación de las piernas en extensión en una situación de sedestación han demostrado ser útiles para la ganancia de fuerza de dichos músculos(12).
Estudios actuales determinan que la realización de ejercicio para reducir los síntomas del DLCI tiene un nivel de evidencia alto. Ángel García y colaboradores (13) muestran en la siguiente revisión que los pacientes deben iniciar un programa de ejercicios, dicho programa debe ser estructurado y progresivo ya que los ejercicios no deben realizarse ni aumentar el dolor. Además, deben estar supervisados por un especialista. Por otro lado, encontramos gran variedad de ejercicios tales como: ejercicios de fuerza, resistencia, coordinación, flexión y extensión.
Por ello, el ejercicio es un tratamiento efectivo para mejorar la calidad de vida en pacientes con DL, ya que mejora la fuerza, la estabilidad y la postura, así como la funcionalidad en las actividades de la vida diaria y la reducción de los síntomas.
Os dejamos una lista de reproducción con varios ejercicios para zona lumbar.
Terapia Acuática y dolor lumbar crónico
El dolor lumbar crónico es aquél que se origina entre la zona costal y la zona alta de los pliegues glúteos. Puede llegar a limitar las actividades cotidianas, provocar un fuerte deterioro en la calidad de vida…
Un 70-80% de la población ha tenido dolor lumbar en algún momento de su vida.
El agua es un medio donde, por su naturaleza, al sumergirnos dentro se minimiza el efecto de la gravedad y reduce la compresión y las fuerzas que podrían aumentarnos ese dolor de base. Debido a esa ingravidez por el efecto de la flotación, las fuerzas verticales sobre la columna son menores y ésta tiene que soportar menos carga.
La Terapia Acuática es el resultado de la intervención de un fisioterapeuta especializado dentro del agua para la mejora de las distintas patologías que generan dolor. Existen distintos métodos de intervención en este medio que nos permite realizar movimientos menos molestos y dolorosos para el paciente así como ejercicios aeróbicos controlados y específicos para la lesión causante de ese dolor.
Sectores de la población como personas con baja condición física, sobrepeso, elevada edad, o sensibilización central, son algunos de las más beneficiados del tratamiento acuático. También resulta muy recomendable en personas con artritis, desviaciones ortopédicas de columna, discopatías, o lesiones crónicas.
Son muchos los estudios que nos aportan información sobre los beneficios de esta Terapia para la mejora de pacientes con patología de dolor lumbar.
Bibliografia
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- Kjaer P, Tunset A, Boyle E, Jensen TS. Progression of lumbar disc herniations over an eight-year period in a group of adult Danes from the general population – a longitudinal MRI study using quantitative measures. BMC Musculoskelet Disord. 2016 Dec 15;17(1):26.
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